3.7 Teoría
del Caos, Fractales y Razón Dorada
James Gleick, "fenómenos
como ellos no habían tenido acogida en la geometría de los dos milenios
anteriores. Las figuras de la geometría clásica son líneas y planos, círculos y
esferas, triángulos y conos. Representan una abstracción poderosa de la
realidad, e inspiran una atractiva filosofía de armonía platónica. Euclides
hizo de ellas una geometría que duró dos mil años, la única que estudia todavía
la inmensa mayoría de los seres humanos. Aristóteles encontró la belleza ideal
en ellas. Más, para entender la complejidad, su abstracción resulta
inconveniente…La topología estudia las propiedades que siguen inalteradas
cuando las formas se desfiguran por torsión, extensión o comprensión. No se
interesa en si la forma es cuadrada o redonda, grande o pequeña, porque la
deformación cambia tales atributos. Los tocólogos se preocupan de si está
acoplada, tiene agujeros o está anudada o enredada. Conciben las superficies,
no en los cosmos euclidianos unidimensional, bidimensional y tridimensional,
sino en espacios de dimensiones múltiples, imposibles de imaginar de manera
visible. La topología es la geometría en trozos de goma. Se preocupa de lo
cualitativo más que de lo cuantitativo".
A lo que Gleick se refiere, es que en cierto punto, lo
ordenado se transforma en desordenado. Si la mecánica cuántica representa un
regreso al pensamiento dialéctico, pero sobre una base cualitativamente
superior, la teoría del caos, los fractales y la razón dorada reafirman esa
regresión. En este sentido, la teoría del caos no niega a la mecánica cuántica,
sino la reafirma y la mejora. Podríamos decir entonces que la mecánica cuántica
y la teoría del caos en realidad son dos expresiones que hacen referencia a un
mismo fenómeno; El salto cualitativo de cuando la cantidad se transforma en
calidad.
Rodrigo García Colín Carrillo: “El marxismo como todas las expresiones ideológicas es, en última
instancia, producto del desarrollo de las fuerzas productivas y expresión de la
lucha de clases. En la época del nacimiento del marxismo, la visión mecanicista
de la naturaleza empezaba a ser superada por el desarrollo de la ciencia, que
mostraba ya su relación recíproca rebasando el método puramente analítico, que
concibe los procesos de manera aislada como mariposas pegadas en la pared de un
coleccionista. Parecía que se regresaba a la visión dialéctica de la filosofía griega,
sólo que a un nivel cualitativamente superior en virtud de la cantidad de datos
concretos verificados científicamente (la teoría del caos y la reacción cada vez
mayor de la comunidad científica en contra de la sectorización y reductivismo
del conocimiento es, como veremos en su momento, un reconocimiento tardío de
este planteamiento).”
Otro de los pioneros de la teoría del caos, Benoit
Mandelbrot, un matemático de la IBM, utilizó otra técnica matemática. En su
capacidad de investigador de la IBM buscó y encontró "modelos" en
toda una serie de procesos naturales "casuales". Descubrió, por
ejemplo, que el "ruido" de fondo de las transmisiones telefónicas
sigue un modelo completamente impredecible, o caótico, pero que sin embargo se
puede definir matemáticamente. Utilizando un ordenador en la IBM, Mandelbrot
fue capaz de producir sistemas caóticos gráficamente, utilizando solamente las
más simples reglas matemáticas. Estos dibujos, conocidos como los
"conjuntos de Mandelbrot", demostraban una complejidad infinita, y
cuando se planteó aumentar el detalle en el ordenador que los estaba dibujando,
la vasta y aparentemente infinita variedad continuaba.
Los conjuntos de Mandelbrot han sido descritos como el
objeto o modelo matemático posiblemente más complejo nunca visto. Y sin embargo
en su estructura existían modelos. Aumentando repetidamente la escala y
observándolos cada vez con mayor detalle (algo que el ordenador puede hacer
indefinidamente porque toda la estructura se basaba en un conjunto dado de
reglas matemáticas) se podía observar que había repeticiones sistemáticas
similitudes a diferentes escalas. El "grado de irregularidad" era el
mismo a diferentes escalas. Mandelbrot utilizó la expresión "fractal"
para describir los modelos que eran evidentes en la irregularidad. Fue capaz de
construir toda una serie de formas fractales alterando ligeramente las reglas
matemáticas. Así fue capaz de crear una simulación por ordenador de una línea
costera que a cualquier escala (a cualquier aumento) tenía siempre el mismo
grado de "irregularidad" o "ondulación".
Mandelbrot comparó sus sistemas inducidos por ordenador con
ejemplos de geometría que también tienen formas fractales, repitiendo el mismo
modelo una y otra vez a diferentes escalas. En la llamada esponja de Menger,
por ejemplo, el área de su superficie tiende al infinito, mientras que el
volumen real de la esponja tiende a cero. Aquí es como si el grado de
irregularidad se correspondiera a la "eficacia" de la esponja a la
hora de ocupar espacio. Estos ejemplos no están tan traídos por los pelos como
puede parecer porque, como Mandelbrot explicó, hay muchos ejemplos de geometría
fractal en la naturaleza. La ramificación de la tráquea para hacer dos
bronquios y su sucesiva ramificación hasta el nivel de estrechas ranuras por
donde pasa el aire en los pulmones, sigue un modelo que se puede demostrar que
es fractal. De la misma manera se puede demostrar que la ramificación de los
vasos sanguíneos es fractal. en otras palabras existe una
"auto-similitud", un modelo geométrico repetitivo de ramificación, no
importa a que escala lo observemos.
Laplace escribió en 1776: "si imaginamos una inteligencia que en un instante dado abarcara
todas las relaciones entre los entes de este cosmos, podría decir las
posiciones respectivas, los movimientos y las propiedades generales en
cualquier tiempo del pasado y del futuro (...) Así es como debemos a la debilidad de la mente humana
una de las más delicadas e ingeniosas de las teorías matemáticas, la ciencia
del azar y la probabilidad".
En contraste, ya en
el año 400 a.C. Demócrito había dicho: "Todo se debe al azar y a la
necesidad".
Para Engels, de la misma manera, necesidad y accidente sólo
eran las dos caras de la misma moneda; si el accidente era concebido,
incondicionalmente, como un fenómeno puramente subjetivo, la necesidad también
sería convertida en ilusión. "El sentido común y con él la mayoría de los
naturalistas", comentó Engels, "tratan
a la necesidad y a la casualidad como determinaciones que se excluyen entre sí
y para siempre. Una cosa, una circunstancia, es un proceso, es accidental o
necesario, pero no ambos a la vez (...) Y luego se afirma que lo necesario es
lo único de interés científico, y lo accidental es indiferente a la ciencia
(...) de ahí que toda ciencia llegue a su fin,
pues tiene que investigar precisamente aquello que no conocemos. (...)
Cualquiera puede advertir que éste es el mismo tipo de ciencia que proclama
natural lo que puede explicar, y asigna a causas naturales lo que no le es
posible explicar. Que yo denomine casualidad la causa de lo inexplicable o que
la llame Dios, es en todo sentido indiferente a lo que se refiere a la cosa
misma. Una y otra equivalen a no sé. (...) De ahí que la casualidad no se
explique aquí por la necesidad, sino más bien la necesidad se degrada hasta la
producción de lo que es apenas accidental (...) En contraste con ambas
concepciones, Hegel formuló las proposiciones hasta entonces desconocidas de que
lo accidental tiene una causa porque es accidental, y de la misma manera carece
de causa porque es accidental; que lo accidental es necesario, que la necesidad
se determina como casualidad y, por otro lado, esa casualidad es más bien
necesidad absoluta".
Esta manera dialéctica de concebir la naturaleza, la
necesidad en el accidente y lo accidental en la necesidad, es una de las ideas
fundamentales de una nueva ciencia, que algunos llaman junto con la teoría de
la relatividad y la mecánica cuántica, la tercera gran revolución científica del
siglo XX: la teoría del caos.
Woods: “Esto puede
indicar una posible solución a los debates en el campo de la ciencia de la
población entre los teóricos que creen que las variaciones de población
impredecibles son una aberración respecto a la "norma de estado
estacionario", y otros que creen que el estado estacionario es una
aberración respecto de la "norma caótica". Estas diferentes
interpretaciones pueden surgir porque diferentes investigadores hayan tomado
una "rebanada" del gráfico creciente que se corresponda a un sólo
valor de la no-linealidad. Así, una especie podría tener como norma una
población estacionaria o una periódicamente oscilante y otra puede exhibir una
variabilidad caótica. Estos desarrollos en biología son otra indicación, como
explica Gleick, de que "el caos es estable; está estructurado". Se
empezaron a descubrir resultados similares en una amplia gama de fenómenos
diferentes. "Se encontró caos determinístico en los registros de epidemias
de sarampión en Nueva York y en 200 años de oscilación de la población de
linces en Canadá, según los registros de los cazadores de la Hudsonís Bay
Company". En todos estos casos de procesos caóticos existe la
"duplicación de periodos" característica de este modelo matemático
concreto.”
Von Neumann: “ un
complicado sistema dinámico podía albergar puntos de inestabilidad, puntos
críticos, en que un débil empujón llegaría a tener amplias consecuencias, como,
por ejemplo, el propinado a una pelota balanceada en la cima de un monte…Tanto
en la ciencia como en la vida, es harto conocido que una cadena de sucesos
puede encaramarse a un punto crítico que abultará los cambios insignificantes.
Pero el caos denotaba que tales puntos se hallaban por doquier. Se difundían".
Tal como se explicaba, estas y muchas otras citas revelan un
sorprendente parecido entre ciertos aspectos de la teoría del caos y la
dialéctica. Sin embargo, lo más sorprendente es que los pioneros del
"caos" parecen no tener ni el más mínimo conocimiento de los escritos
de Marx y Engels, ¡y ni siquiera de los de Hegel! En cierto sentido, esto nos
da una confirmación todavía más firme de la corrección del Materialismo
Dialéctico. Pero por otro lado, es frustrante pensar que se ha negado
innecesariamente a la ciencia, durante tanto tiempo, un marco filosófico y
metodológico adecuado…Es realmente sorprendente que los pioneros de la teoría
del caos, que están intentando romper con la desacreditada metodología
"lineal" y elaborar unas nuevas matemáticas "no-lineales",
que estén más de acuerdo con la realidad turbulenta de la naturaleza en cambio
constante, parecen no estar en absoluto al corriente de la única auténtica
revolución en la lógica en dos mil años la lógica dialéctica elaborada por
Hegel, y posteriormente perfeccionada sobre bases científicas y materialistas
por Marx y Engels . ¿Cuántos errores, callejones sin salida y crisis en la
ciencia no se podrían haber evitado si los científicos hubieran estado armados
con una metodología que reflejase auténticamente la realidad dinámica de la
naturaleza, en lugar de entrar en conflicto con ella ¡a cada paso!. Pero esto
no es una simple “desgracia” que pudo haberse evitado. Es la esencia del
proyecto MK ULTRA de la Cía; El control mental de la población, para que ésta
no se cuestione de dónde venimos, hacia donde vamos y que es todo esto. La
cosmología religiosa, santifica las relaciones de explotación existentes. La
cosmología materialista, cuestiona esas relaciones, las transforma y hace de
este un mundo un poco mejor; tránsito de cuantitativo y cualitativo. ¿No fue
eso lo que pasó con la revolución Francesa?.
En su libro The Structure of Scientific Revolution, el
profesor Thomas Kuhn dibuja la historia de la ciencia como revoluciones
teóricas periódicas, interrumpiendo largos períodos de cambio meramente
cuantitativo, principalmente dedicados a completar los detalles. En este tipo
de períodos "normales", la ciencia opera dentro de un conjunto
determinado de teorías que él llama paradigmas, que son afirmaciones no
cuestionadas sobre cómo es el mundo. Inicialmente, el paradigma existente
estimula el desarrollo de la ciencia, proveyendo un marco coherente para la
investigación. Sin ese marco acordado los científicos estarían discutiendo todo
el tiempo sobre los principios fundamentales. La ciencia, de la misma manera
que la sociedad, no puede vivir en un estado de permanente cambio
revolucionario. Por esta misma razón, las revoluciones son acontecimientos
relativamente infrecuentes, tanto en la ciencia como en la sociedad.
Durante un tiempo, la ciencia es capaz de avanzar por esos
caminos bien marcados, compilando resultados. Pero al mismo tiempo lo que al
principio eran nuevas hipótesis atrevidas se van convirtiendo en rígidas
ortodoxas. Si un experimento da unos resultados que entran en conflicto con las
teorías existentes, los científicos pueden suprimirlos, debido a que subvierten
el orden existente. Sólo cuando las
anomalías se acumulan hasta el punto en que ya no pueden ser ignoradas,
entonces el terreno está preparado para una nueva revolución científica, que
barre las teorías dominantes y abre un nuevo período de desarrollo científico
"normal", a un nivel superior.
Gert Eilenberger: “¿se
declara bello un árbol deshojado y enarcado por la tempestad contra el cielo
invernal, y no la silueta correspondiente de un edificio universitario
polivalente, a pesar de los esfuerzos ímprobos del arquitecto? Creo que la
respuesta, algo especulativa, es que depende de las recientes concepciones de
los sistemas dinámicos. Nuestra
percepción de la belleza se inspira en la armoniosa disposición del orden y del
desorden, tal como aparece en los objetos naturales: nubes, árboles,
serranías o cristales de nieve. Las formas de todos ellos son procesos
dinámicos vaciados en figuras físicas. Las tipifican combinaciones especiales
de orden y desorden".
En 1828 el botánico ingles Robert Brown describió un curioso
movimiento en zig zag que se conoce en la actualidad como “movimiento
browniano”. Una partícula de polen suspendida en agua o en polvo suspendido en
el aire (suspensión coloidal) describe este asombroso movimiento irregular.
Como Rodrigo García explica, si trazamos los puntos por los que pasa una
mota de polvo por el espacio en un momento determinado (1 minuto por ejemplo) y
unimos los puntos de manera imaginaria, obtendremos una estructura en zig zag.
Si nos preguntamos qué pasó entre el punto 1 y 2 representado en nuestro dibujo
por una recta, trazando el movimiento con puntos en un intervalo de tiempo más
corto (por ejemplo 1 segundo) obtendremos, en ese nuevo intervalo, otra
estructura en zigzag similar a la antes mencionada. El fenómeno se repite hasta
el infinito para tiempos más cortos. Se trata de un fractal porque la
estructura se repite de manera similar en diversos intervalos de tiempo. El
movimiento browniano nos obliga a aceptar que la mota de polvo está en un
tiempo finito en infinitos puntos. ¡Un movimiento infinito en un tiempo finito!
Este tipo de contradicciones ya habían sido expresadas en las paradojas de
Zenón, solamente que Zenón las exponía para demostrar que el movimiento es
contradictorio y, por tanto, no debía existir como señalaba su maestro
Parménides (precursor de la lógica formal). La única manera de resolver las
contradicciones de Zenón es aceptando la contradicción misma.
Otro de los fractales más antiguos y “sencillos” es el
ideado y, al mismo tiempo, descubierto por Cantor en 1883. Se trata de un
monstruo matemático que ni el mismo Cantor creía que pudiera existir: se trata
de una estructura auto similar (fractal) que tiene infinitos puntos pero cuya
longitud tiende a cero. Es difícil concebir algo así. En la escuela nos
enseñaron que la recta se define como la suma de los puntos, la lógica formal
nos señala que mientras una línea contenga más puntos su longitud será mayor.
Se dice que el polvo de Cantor es más que una colección de puntos pero menos
que una línea. Por un lado, Cantor compuso este fractal, pero al mismo tiempo,
estaba descubriendo, sin saberlo, la estructura fractal de fenómenos como los
finísimos anillos de Saturno, las fluctuaciones del precio del algodón, hasta
las variaciones del nivel del río Nilo durante los últimos dos mil años.
Si dividimos la altura de una mujer entre la distancia de su
centro de gravedad -que está en su ombligo- obtenemos 1.69. Si dividimos el
ancho de su ojo entre el espacio entre sus ojos
obtenemos 1.62. Si medimos el largo de su rostro entre la distancia de
su iris a su barbilla obtenemos 1.66. El resultado se repite con la relación
entre otras proporciones. No se trata de una proporción privativa sino de las
proporciones del cuerpo humano.
Es posible, no obstante, que el resultado contenga algo de
arbitrariedad. Los matemáticos saben que es posible obtener cualquier cifra que
uno quiera de cualquier fenómeno que se quiera, siempre que se encuentre la
operación adecuada. De esto se han aprovechado charlatanes para encontrar
supuestos patrones místicos en la biblia, en las predicciones de Nostradamus y
otras estupideces por el estilo. Sin embargo el número áureo no es el caso y la
razón para ello no es para nada mística sino
bastante materialista. La proporción no es forzada –por lo menos no del
todo, sino que expresa la estructura
formal de muchos procesos y objetos de la naturaleza. Empecemos señalando
que el Número Dorado se obtiene de la sucesión numérica conocida como sucesión
de Fibonacci en referencia al matemático italiano de finales de la Edad Media
que la descubrió (mucho antes había sido descubierta por matemáticos indios en
el 200 a.C.).
0,1,1,2,3,5,8,13,21,34,55,89, 144 Es fácil percatarse de que la sucesión se
obtiene sumando los dos últimos números de la serie para obtener el
subsecuente. Conforme avanzamos en la serie y dividimos cualquier número
posterior entre el anterior nos vamos acercando a un número fraccional que
también es una dimensión fractal: 1.61803… el número áureo. Lo interesante de
esta dimensión es que subyace a muchas estructuras naturales y artificiales. En
las proporciones relativas de los huesos que conforman las falanges, la mano,
el brazo, las piernas, el rostro.
Sin embargo, si algo revela el “número dorado” es que la
naturaleza se organiza en patrones complejos y no lineales. La razón de ello
estriba en las leyes subyacentes de la naturaleza. Así, por ejemplo, los
cristales suelen organizarse de acuerdo con este patrón porque la fuerza electromagnética
que mantiene unidos a los cristales de hielo tiende a acomodar a las moléculas
en modelos que optimizan el espacio… y la razón dorada es una de las maneras
más eficientes para ello.
Hagamos un resumen:
La teoría formalista gravitatoria de Newton, fue negada por
la teoría dialéctica de Hegel y Marx que explica que la energía y la masa, son
dos expresiones del mismo fenómeno: Materia. Esta teoría dialéctica, es negada
por otra teoría, que regresa al formalismo de Newton pero sobre una base
cualitativamente superior: El Electromagnetismo de Clerk Maxwell. Esta teoría
Formalista, es negada por otra teoría Dialéctica; la relatividad especial de Einstein,
que no es más que un regreso (comprobación) a la teoría Hegeliana Marxista, de
la unificación entre la energía y la masa. El mismo Einstein niega su propia
teoría, y regresa al formalismo Newtoniano, pero sobre una base
cualitativamente superior, para explicar la gravedad, y desarrolla su teoría de
la “Relatividad General”. El mismo Einstein siembra las bases para hacer el
mismo una tercera negación, cuando describe el movimiento de los fotones. Aquí
nace la mecánica cuántica, y luego la teoría del caos, fractales y razón
dorada. Esta matemática cuántico/caótica, no es más que un regreso a la
relatividad especial, y a la concepción dialéctica, que la energía y la masa son
lo mismo, que la progresión en espiral
de la materia, no es lineal sino que tiene períodos de revolución o de caos,
donde se presentan los saltos cualitativos. Es decir; son y no son (unidad y lucha de
contrarios).
Pero como el proceso del conocimiento no es algo acabado, y
siempre hay negaciones de negaciones como en una espiral infinita, a
continuación se presenta la negación de la teoría cuántico/caótica; La partícula
de Dios. (¡!)
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