4.1 El
Ente: Los dos factores
del “Ente”: Materia en reposo (Fuerza Gravitatoria) Materia en movimiento
(Fuerza Electronuclear).
El cosmos, se
presenta como un enorme cúmulo de “entidades” , ya sea que la forma de estos
“entes” sean “partículas” “cuerdas”, “ondas”, “estrellas”, “galaxias”,
“planetas” etc. no importa la forma de estos entes, lo esencial es que la
materia se presenta como un enorme cúmulo de “entidades”. Nuestra
investigación, por consiguiente, se inicia con el análisis de “el Ente”.
En wikipedia se lee:
“El término entidad o ente, en su sentido
más general, se emplea para denominar todo aquello cuya existencia es
perceptible por algún sistema animado. Una entidad puede por lo tanto ser
concreta, abstracta, particular o universal.
Es decir, las entidades no son sólo los objetos cotidianos como sillas o
personas, sino también propiedades, las relaciones, los eventos, números,
conjuntos, proposiciones, mundos posibles, creencias, pensamientos, átomos,
elementos, planetas, galaxias, etcétera.”
El Ente, en
primer lugar, es un objeto, una cosa que merced a sus propiedades satisface
necesidades de la materia, sean del tipo que fueran. La naturaleza de esas
necesidades, el que se originen, por ejemplo, en el estómago de un ser
viviente, en la fantasía de una persona, en la atracción gravitatoria de una
estrella etc., en nada modifica el
problema. Tampoco se trata aquí de cómo esa cosa satisface la necesidad del
cosmos: de si lo hace directamente, como medio de subsistencia de un elemento
de la tabla periódica, o como medio por el cual se produce un quásar, un
remolino etc.
Toda cosa útil
para el cosmos, como el hierro, el papel, los elementos de la tabla periódica
etc., ha de considerarse desde un punto de vista doble: según su cualidad
y con arreglo a su cantidad. Cada una de esas cosas es un conjunto de
muchas propiedades y puede, por ende, ser útil en diversos aspectos. El
descubrimiento de esos diversos aspectos y, en consecuencia de los múltiples
modos en que se combinan las entidades, constituye un hecho histórico.
Ocurre otro tanto
con el hallazgo de medidas para indicar la cantidad de las
entidades útiles. En parte, la diversidad en las medidas de las
“entidades” se debe a la diferente
naturaleza de las entidades en sí que hay que medir, y en parte a la
convención.
La utilidad de
una entidad no flota por los aires (retóricamente hablando). Está condicionada
por las propiedades del cuerpo de la “entidad”, y no existe al margen de ella.
El cuerpo mismo de la “entidad”, (tal como el hierro, trigo,
diamante, electrón, protón, estrella etc.,) se presenta pues como “materia
en reposo”. Es lo que sucede con el ser humano, su estructura ósea es
materia en reposo, lo cual constituye la estructura de la entidad del ser
humano. La materia en reposo es pues, la estructura de la entidad. Este carácter suyo no depende de que la
apropiación de sus propiedades útiles le cueste al cosmos mucha o poca
transformación. Al considerar “la materia en reposo” se presupone siempre su
carácter determinado cuantitativo, tal como docena de relojes, vara
de lienzo, tonelada de hierro, cantidad de cuerdas, cantidad
de átomos etc.
“La materia en reposo” constituye el contenido
material de la acumulación de “entidades”, sea cual fuere la forma de
éstas. En nuestro cosmos, son a la vez (las entidades) las portadoras
materiales de materia en movimiento. En primer lugar, la “materia en
movimiento” se presenta como relación cuantitativa, proporción en que se
intercambian “Entes o entidades” de una clase por “Entes o entidades” de otra
clase, una relación que se modifica constantemente según el tiempo y el lugar.
El intercambio
que existe entre una entidad u otra, no es más que la expresión de la relación
dialéctica entre un contrario y otro. No trataré de explicar cuál contrario es
mejor que el otro, pues un contrario no es mejor que el otro ni viceversa. Aquí
aceptamos la contradicción, como la génesis de la transformación de la materia,
y por consiguiente como génesis de la formación de entidades.
La materia en
movimiento, pues, parece ser algo contingente y puramente relativo, intrínseco
a “el ente” es exactamente tanto como lo que habrá de rendir, pues por el contrario, sería una contradictio
in adiecto [contradicción entre un término y su atributo]. Examinemos la cosa más de cerca. Una entidad
individual, por ejemplo un kilo de trigo, se intercambia en el comercio
por otros artículos en las proporciones más diversas. No obstante su
materia en movimiento se mantiene inalterada, ya sea que se exprese en x
betún, y seda, z oro, etc. Debe, por tanto, poseer un contenido
diferenciable de estos diversos modos de expresión ontológica. Es decir;
la materia en movimiento de los entes, permanece inalterada ante las diferentes
formas en que se cristalice la materia en reposo. Ejemplo; el hecho de que una
libra de uranio enriquecido, permanezca en reposo, no significa que no contenga
movimiento en su estructura.
Tomemos otras dos
entidades, por ejemplo un átomo de hidrógeno y un átomo de oxígeno. Sea cual
fuere su relación de intercambio (es decir de contradicción), ésta se podrá
representar siempre por una ecuación en la que determinada cantidad de
hidrógeno se equipara a una cantidad cualquiera de oxígeno, por ejemplo: “X”
cantidad de átomos de hidrógeno = “Y”
cantidad de átomos de oxígeno.
¿Qué denota esta
ecuación? Que existe algo común, de la misma magnitud, en dos cosas distintas,
tanto en “X” cantidad de átomos de hidrógeno como en = “Y” cantidad de átomos de oxígeno. Ambas, por consiguiente, son iguales a una
tercera, que en sí y para sí no es ni la una ni la otra. Un sencillo ejemplo
geométrico nos ilustrará el punto. Para determinar y comparar la superficie de
todos los polígonos se los descompone en triángulos. Se reduce el triángulo, a
su vez, a una expresión totalmente distinta de su figura visible: el semi producto
de la base por la altura. De igual suerte, es preciso reducir la materia en
movimiento de las entidades a algo que les sea común, con respecto a lo cual
representen un más o un menos.
Ese algo común no
puede ser una propiedad natural -geométrica, física, química o de otra índole-de
las entidades. Sus propiedades corpóreas entran en consideración, única y
exclusivamente, en la medida en que ellas hacen útiles a las entidades, en que
las hacen ser. Pero, por otra parte, salta a la vista que es precisamente la
abstracción de su materia en reposo lo
que caracteriza la relación de movimiento entre las entidades.
Dentro de tal
relación, un materia en reposo es tan material como cualquier otra, siempre que
esté presente en la proporción que corresponda. Una clase de entidades es tan
buena como otra, si su materia en movimiento es igual. No existe diferencia o
distinción entre cosas de igual materia en movimiento.
En cuanto a formas
de materia en reposo, las entidades son, ante todo, diferentes en cuanto a la
cualidad; como formas de materia en movimiento, sólo pueden diferir por su
cantidad, y no contienen, por consiguiente, ni un solo átomo de materia en
reposo. Por esa razón, es que la luz, no tiene un solo átomo de materia en
reposo; pues es puro movimiento. Sin embargo, esto no significa que la entidad
“luz” no tenga materia en reposo, de lo contrario no existiría como entidad. Es
solamente que la cantidad de materia en reposo que contiene la luz, es
prácticamente despreciable, y se puede omitir. Dije que la luz no tiene ni un
solo átomo de materia en reposo, pero no dije que no tuviera ni una sola
partícula subatómica de materia en reposo.
Ahora bien, si
ponemos a un lado la materia en reposo del cuerpo de las entidades, únicamente
les restará una propiedad: la de ser productos de la transformación. Si hacemos
abstracción de su materia en reposo, abstraemos también los componentes y
formas corpóreas que hacen de él (el ente) materia en reposo.
Ese producto ya
no es una mesa o casa o hilo o planeta o gas o cualquier otra cosa útil. Todas
sus propiedades sensibles se han esfumado. Ya tampoco es producto de la
transformación del ebanista o del albañil o del hilandero o de cualquier otro
forma de transformación productiva determinada.
Con el carácter
útil de los productos de la transformación se desvanece el carácter útil de las
transformaciones representadas en el materia en reposo, por ende, se desvanecen
también las diversas formas concretas de esos transformaciones; éstas dejan de
distinguirse, reduciéndose en su totalidad a transformación material
indiferenciada, a transformación abstractamente material.
Examinemos ahora
el residuo de los productos de la transformación. Nada ha quedado de ellos
salvo una misma objetividad espectral, una mera gelatina de transformación
material indiferenciada, esto es, de gasto de energía de transformación
material sin consideración a la forma en que se gastó la misma.
Esas cosas tan
sólo nos hacen presente que en su transformación se empleó energía material de
transformación, se acumuló transformación material. En cuanto cristalizaciones
de esa sustancia material común a ellas, son transformaciones .
En la relación
misma de intercambio entre las entidades, su materia en movimiento se nos puso
de manifiesto como algo por entero independiente de sus formas de materia en
reposo. Si luego se hace efectivamente abstracción de la materia en reposo que
tienen los productos de la transformación, se obtiene su “materia”, tal como
acaba de determinarse, es decir, lo que tiene en común la materia en reposo y
la materia en movimiento, ambas constituyentes de la entidad.
Ese algo común
que se manifiesta en la relación de intercambio o en el materia en movimiento
de las entidades es, pues, su materia es decir su “transformación” . El
desenvolvimiento de la investigación volverá a conducirnos a la materia en
movimiento como modo de expresión o forma de manifestación necesaria de la
transformación, al que por de pronto, sin embargo, se ha de considerar
independientemente de esa forma.
Una materia en
reposo, sólo tiene materia porque en ella está objetivado o materializado
transformación abstractamente material o cosmológica. ¿Cómo medir,
entonces, la magnitud de la transformación? Por la cantidad de
"sustancia generadora de materia" --por la cantidad de
transformación-- contenida en esa materia en reposo. La cantidad de
transformación misma se mide por su duración, y el tiempo de
transformación, a su vez, reconoce su patrón de medida en determinadas
fracciones temporales, tales como día hora, segundos, segundos de Planck
etcétera.
Podría parecer
que si la materia de una entidad se determina por la cantidad de transformación
gastada en su producción, cuanto más lento el proceso de transformación tanto
más material sería la entidad, porque la materia necesitaría tanto más tiempo
para fabricarla.
Sin embargo, la
transformación que genera la sustancia de la materia es transformación material
indiferenciada, gasto de la misma fuerza del cosmos en la transformación de una
entidad. El conjunto de la fuerza de transformación del cosmos, representado en
la materia del mundo de las entidades, hace las veces aquí de una y la misma
fuerza cosmológica de transformación, por más que se componga de innumerables
fuerzas de transformación individuales.
Cada una de esas
fuerzas de transformación individuales es la misma fuerza de transformación
cosmológica que las demás, en cuanto posee el carácter de fuerza de
transformación cosmológica media y opera como tal fuerza de transformación
cosmológica media, es decir, en cuanto, en la producción de una entidad, sólo
utiliza el tiempo de transformación promedialmente necesario, o tiempo de
transformación cosmológicamente necesario.
El tiempo de
transformación cosmológicamente necesario es el requerido para producir una
entidad cualquiera, en las condiciones normales de producción vigentes en una
parte del cosmos y con el grado cosmológicamente medio de intensidad de transformación imperantes en un
momento histórico determinado, siempre y cuando la línea del tiempo permanezca
constante. Si la línea del tiempo se acelera o se desacelera, así mismo variará
el tiempo de transformación cosmológicamente necesario para producir una
entidad.
Actualmente, el
tiempo que al cosmos le toma producir una estrella, es mucho menos que hace
catorce mil millones de años. Es sólo la cantidad de transformación
cosmológicamente necesaria, pues, o el tiempo de transformación
cosmológicamente necesario para la producción de una entidad, lo que
determina su magnitud de materia, pero materia “másica” u ente
“concreto”. Cada entidad es considerada aquí, en general, como ejemplar medio
de su clase. Por tanto, las entidades que contienen cantidades iguales de
transformación, o que se pueden producir en el mismo tiempo de transformación,
tienen la misma magnitud de materia.
La materia de una
entidad es a la materia de cualquier otra, como el tiempo de transformación
necesario para la producción de la una es al tiempo de transformación necesario
para la producción de la otra. "En cuanto “materia”, todas las entidades
son, únicamente, determinada medida de tiempo de transformación solidificada".
La magnitud de materia de una entidad se mantendría constante, por
consiguiente, si también fuera constante el tiempo de transformación requerido
para su producción. Pero éste varía con todo cambio en la fuerza productiva del
transformación. Por ejemplo, la vía láctea produce más o menos la misma
cantidad de estrellas en el año 2012 que en el año 2013.
La fuerza
productiva de transformación está determinada por múltiples circunstancias,
entre otras por la cantidad media de gas, la proporción entre la relación
materia y antimateria etc., Los diamantes rara vez afloran en la corteza
terrestre, y de ahí que el hallarlos insuma, término medio, mucho tiempo
de transformación. Por consiguiente, en poco volumen representan mucha
transformación.
En términos
generales: cuanto mayor sea la fuerza productiva de transformación, tanto menor
será el tiempo de transformación requerido para la producción de una entidad,
tanto menor la masa de transformación cristalizada en él, tanto menor su
materia. A la inversa, cuanto menor sea la fuerza productiva de transformación,
tanto mayor será el tiempo de transformación necesario para la producción de
una entidad, tanto mayor su materia.
Por ende, la
magnitud de materia de una entidad varía en razón directa a la cantidad
de transformación efectivizado en ella e inversa a la fuerza
productiva de esa transformación. En este sentido, una entidad es más
“material” si tiene más transformación, y es menos material si tiene menos
transformación. ¿Pero qué sucede si analizamos la historia del ente?, ¿Si
llegamos al punto donde tiene cada vez menos transformación?. Pues aquí la
respuesta es lógica, si tiene menos transformación, es menos material. Si es
menos material, ¿Qué siga hacia atrás?, pues el contrario de la materia; es
decir, la antimateria.
Una cosa puede
ser materia en reposo y no ser de utilidad. Para producir una entidad, no sólo
se debe producir materia en reposo, sino formas de materia en reposo útiles
para el espacio/tiempo en que se hace el análisis. Para transformarse en
entidad, el producto ha de transferirse a través del intercambio a quien se
sirve de él como materia en reposo. Por último, ninguna cosa puede ser materia
útil si no es una entidad para el uso cosmológico. Si es inútil, también será
inútil la transformación contenida en ella; no se contará como transformación y
no constituirá materia útil alguna, aunque exista. Es el ejemplo de los
asteroides que están entre un sistema solar y otro, que con tan poca masa,
prácticamente no sirven para nada, es decir, materia inútil. (cabe resaltar que
la materia inútil, es inútil sólo relativamente hablando, pues puede ser útil
para otro tipo de entidad).
A continuación,
explicaré la dualidad de la transformación representado en las entidades:
En un comienzo,
la entidad se nos puso de manifiesto como algo bifacético, como
materia en reposo y materia en movimiento. Vimos a continuación que la
transformación, al estar expresada en la materia, no poseía ya los mismos
rasgos característicos que la distinguían como generadora de entidades, pues la
transformación debe ser, en base al tiempo cosmológicamente necesario, para
producir una entidad.
Resumiendo: La
transformación, produce materia (útil o inútil). La materia se divide en
Materia en reposo y materia en movimiento. Estas son las partes constitutivas
de toda entidad. La materia en reposo es la que le da “orden” a la entidad. La
materia en movimiento, constituye “el caos” de la entidad.
Incluso
Aristóteles pensaba que el cosmos estaba compuesto de materia en reposo y
materia en movimiento, solamente que él hacía la siguiente clasificación: aire
y fuego (a lo que yo llamo materia en movimiento), Tierra y Agua (a lo que yo
llamo materia en reposo). El aire y el fuego son ligeros y tienden a ascender,
el agua y la tierra son pesados y tienden a sufrir el halo gravitatorio.
También hay que
aclarar que la materia en reposo, se transmuta en materia en movimiento y
viceversa.
Woods: “transmutación
de los elementos . Desde finales del siglo XVIII en adelante, la química se
desarrolló sobre bases científicas. Dejando atrás las intenciones grandiosas
del pasado, hizo enormes pasos adelante. Entonces, en 1919, el científico
inglés Rutheford llevó a cabo un experimento que implicaba bombardear el núcleo
del nitrógeno con partículas alfa. Esto llevó a la ruptura del núcleo atómico
por primera vez. De esta manera había conseguido transmutar un elemento
(nitrógeno) en otro (oxígeno). La larga búsqueda de los alquimistas se había
resuelto, ¡pero de una manera totalmente diferente a lo que ninguno de ellos
podía haber previsto! .Veamos este proceso un poco más de cerca. Empezamos con
la tesis: a) la transmutación de los elementos; ésta es negada por la antítesis
b) es imposible la transmutación de los elementos; ésta a su vez es superada
por una segunda negación c) la transmutación de los elementos. Aquí debemos
resaltar tres cosas. En primer lugar, cada negación marca un avance definido,
y, de hecho, un salto cualitativo. En segundo lugar, cada avance niega el
estadio anterior, reacciona en su contra, pero al mismo tiempo preserva todo lo
que de útil y necesario hay en Él. Y por último, el estadio final “la negación
de la negación” no significa una vuelta a la idea original (en este caso, la
alquimia), sino la reaparición de las formas primitivas a un nivel
cualitativamente superior. Por cierto, sería posible convertir plomo en oro,
pero sería tan caro que no vale la pena” (Económicamente hablando)
La transmutación que
existe entre la materia en reposo y la materia en movimiento, se puede
ejemplificar con el movimiento mecánico (de materia en reposo) y el calor
(materia en movimiento):
Engels “el
descubrimiento práctico de la transformación del movimiento mecánico en calor
es tan antiguo, que casi podríamos considerarlo como punto de partida de la
historia de la humanidad… El proceso, en la obtención del fuego por
frotamiento, conserva todavía, sin embargo, un carácter unilateral. Es la
transformación de movimiento mecánico en calor. Para completar el proceso, hay
que invertirlo, hay que transformar el calor en movimiento mecánico. Solamente
así se dará satisfacción a la dialéctica del proceso, se agotará todo el
proceso en un ciclo, por lo menos de momento. Pero la historia tiene su propio
curso, y por muy dialécticamente que éste discurra en última instancia, se da
con frecuencia el caso de que la dialéctica tenga que esperar bastante tiempo a
la historia. La distancia que separó el descubrimiento del fuego por frotación
de la invención por Herón de Alejandría (hacia el año 120) de una máquina en la
que el escape de vapor de agua producía un movimiento de rotación, se mide
indudablemente por milenios. Y de nuevo hubieron de transcurrir cerca de dos
mil años hasta que se construyó la primera máquina de vapor, el primer
dispositivo que permitió convertir el calor en un movimiento mecánico
verdaderamente utilizable.”
Ahora hablemos de
la materia “útil” y la materia “inútil”. En realidad no existe materia “inútil”
pues toda la materia sirve y existe para algo. Es solamente que aquí utilizo
este concepto, para poner de manifiesto que en el cosmos, hay dos tipos de
materia, una materia común (útil) y otra materia menos común (inútil). A la
materia común le llamaremos “materia” y a la materia inútil le llamaremos
“antimateria”.
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